04 febrero 2013

AGUA OXIGENADA CONTRA LA CRISIS


Si solo conocéis la conquista y no las derrotas, pobres de vosotros; lo pagaréis.  



Para los hombres inquietos, los hijos son con frecuencia fuente de inspiración. Y el mío, a sus nueve años, no es una excepción. Aquel día en el supermercado me preguntó de dónde venía el jamón de York, que tanto le gusta. Tentado estuve de contarle los orígenes del producto pero, con la mirada perdida en la intrincada complejidad de los estantes, me limité a explicarle que es un alimento que se produce a partir del cerdo una vez despiezado. La alusión a la muerte y descuartizamiento del animal le hizo adoptar un mohín de disgusto. En ocasiones había visitado granjas escuela donde había visto los animales domésticos que nos sirven de sustento, pero nunca los había visto en el trance de convertirse físicamente en tal sustento. Aquello me hizo proponerle que muy bien le vendría acompañarme a visitar algún matadero si posible fuera.

El jamón de York es llamado jamón dulce
en algunas zonas de España.


Ahí quedó la cosa, pero cuando al día siguiente y por el mismo inocente canal me llegó el mensaje de retorno, Dile al majara de tu padre que al matadero se vaya él, no desdeñé sin embargo escribir una reflexión sobre el fenómeno del olvido de las fuentes y el debilitamiento por la civilización.

En artículos anteriores de este blog, he vertido mi opinión acerca de que uno de los vectores de la profundidad de esta crisis está relacionado con la actuación ineficiente de los agentes intervinientes en el ciclo económico. Y aunque éstos tengan carácter colectivo o grupal, al final todo queda reducido a decisiones y comportamientos de los individuos. Y no se si se habrán dado cuenta, pero esta crisis nos ha sorprendido acomodados. Nos ha asaltado de noche, mientras dormíamos descuidadamente, sin centinelas, con la guardia baja. No la vimos venir y nos ha descubierto desarmados, frágiles ante ella, sin recursos para afrontar de manera rápida un cambio brusco hacia una situación mucho peor. La falta de resistencia, adaptabilidad y capacidad de supervivencia, oxidadas y olvidadas por el desuso, han llevado a muchos a darse la vuelta y echar a correr, presas del pánico y la desazón, receta ésta que es el camino más rápido hacia el agravamiento de la recesión personal y colectiva.


Batalla de Liegnitz (Polonia) en 1241
Máxima penetración mongola en Europa

Esta situación de complacencia y acomodamiento no es algo nuevo. El  refinamiento, consiguiente a toda civilización avanzada, casi siempre ha conllevado un componente debilitador de sus capacidades primarias que, paradójicamente, le sirvieron en su día para elevarse a su estado posterior. Ejemplos no nos faltan en la historia. Recurrentemente encontramos casos de sociedades avanzadas y débiles que son sometidas por otras más primitivas y fuertes. Los godos a los romanos, los árabes a los persas, los mongoles a los chinos, los turcos a los árabes, los aztecas a los mayas. Una sociedad se superponía a otra produciéndose luego fusiones o absorciones  más o menos acentuadas. Cuando la tecnología militar no lo impedía, el pueblo más necesitado prevalecía sobre el más acomodado. El grupo más civilizado se veía sorprendido una mañana al despertarse sojuzgado por el más primitivo.

La revolución industrial y la globalización vino en cierto modo a cambiar esta pauta, no obstante, desde entonces podemos observar el mismo patrón de comportamiento en la arena económica. La economía global es el campo de batalla moderno en el que las naciones compiten. Y tras décadas de supremacía occidental, ahora son naciones otrora deprimidas las que adquieren relevancia. China y otros países del sureste asiático, acostumbrados a ser exprimidos por los intereses occidentales, se levantan ahora como potencias económicas que nos adelantan. Sus ciudadanos, antes explotados como mano de obra barata al servicio de los intereses occidentales, nos visitan ahora como turistas adinerados, compran nuestra deuda pública y se hacen con nuestras empresas. Otro tanto podemos decir de Hispanoamérica, antes fuente de inmigrantes para Europa y ahora destino de nuestros profesionales más cualificados.

Singapur, uno de los Tigres Asiáticos
que se alzan como potencias económicas.

 
Empleo, estabilidad, consumo, vacaciones, derechos, servicios públicos, todo ello deteriorado con la crisis, nos han llevado a echarnos a llorar. Los casos de síndromes depresivos se disparan y aumentan los suicidios. ¿Por qué nos hemos vuelto débiles? ¿Por qué a muchos les resulta tan doloroso la renuncia al mundo que conocíamos?

En mi opinión, la ausencia de experiencias suficientemente adversas junto con una formación carente de referencias válidas han dejado sin armas a toda una generación de profesionales.

Con respecto a la experiencia quién no ha escuchado a los más ancianos de entre nosotros quejas sobre lo delicado de los más jóvenes y bisoños. Y, sin emitir ningún juicio acerca de la profesionalización de los ejércitos, por mi parte recuerdo el positivo cañonazo de realidad que me supuso el servicio militar, periodo en el que el joven ciudadano de antes se enfrentaba a una experiencia dura e intensa, y en el que obtenía recursos valiosos para enfrentarse a duras pruebas posteriores en su vida profesional. 

Acostúmbrate a lo malo
antes que a lo bueno.

Mi padre


Cuando se viven experiencias adversas, la persona resulta fortalecida tanto por el sufrimiento vivido como por la autoestima que le reporta el haberse enfrentado a ellas y haberlas superado. Nadie siente temor ni angustia por algo que ya conoce incluso en grados superiores. Es la cualidad que los expertos llaman resiliencia. La capacidad para afrontar con serenidad las crisis, los contratiempos y las situaciones de tensión. La habilidad para hacerlo con mente fría y actitud positiva. Yo lo llamo agua oxigenada (H2O2, dos huevos, dos ovarios). Con perdón.

No obstante, no somos del todo dueños del mundo que nos ha tocado vivir. Y nadie que pueda dar a sus hijos una existencia segura y pacífica se privará de hacerlo. Es por tanto con la formación como podemos suplir esta ausencia de experiencias para fortalecernos y ejercitar nuestra resistencia interior. Aquí se encuentra la clave que nos ilumina el camino, la esperanza que nos dice que hay mucho que podemos hacer por nosotros mismos. No hablo aquí de alistarse en los boinas verdes. Bastaría con bajar el listón de nuestra repulsión hacia lo primario al mismo tiempo que abrir las puertas a los conocimientos adecuados.



Dado que hemos olvidado el difícil camino que nos ha conducido hasta aquí, la solución es recordarlo. Los científicos definieron la  source amnesia, el olvido de las fuentes, como la incapacidad para recordar dónde, cuándo y cómo hemos aprendido algo. Este fenómeno aplicado en las patologías del cerebro podemos aplicarlo también al caso del jamón de York. Hemos olvidado que somos Homo sapiens, que somos depredadores, que matamos a otras especies para sobrevivir. Hemos olvidado que nuestros mayores lograron el mundo donde nacimos a costa del sufrimiento, el hambre, el dolor y la guerra. Y hemos olvidado que fueron guiados por líderes que construyeron ese mundo.

El redescubrimiento de nuestras fuentes,  el autoconocimiento y el dominio de nuestras capacidades primarias nos aportarán los materiales y recursos necesarios para hacernos resistentes. Una vez más, la cultura y especialmente la selección de los ejemplos históricos de liderazgo nos ayudarán en el descenso a nosotros mismos y a encontrar cuanto arsenal necesitamos para afrontar las batallas que nos esperan por delante.

Que tengan buena semana.


Si solo conocéis la conquista y no las derrotas, pobres de vosotros; lo pagaréis. 
Tokugawa Ieyasu 徳川 家康 (1543 – 1616)
 Shogun de Japón



1 comentario:

  1. Estimado Francisco:
    Resulta curioso como se producen en la vida extrañas coincidencias. Lo explico: tu hijo hace una pregunta y yo incluyo un relato en mi nuevo libro “Historias azules” que se publicará en breve un texto relativo a la pregunta de un hijo a su padre (“¿Los muertos viven?”). Los peligros y quebraderos de cabeza que suponen para un padre algunas interpelaciones de “esos locos bajitos” son atroces. Suerte que la de tu hijo fue de las sencillas. Por si te sirve de consuelo, “amigo majara”, en mi caso estuve tentado muchas veces de llevarles al cementerio y a barrios marginales cuando mis hijos eran pequeños, con la intención de enseñarles unas cuantas cosas de la vida, pero al final nunca lo hice.
    Ya he puesto de manifiesto algunas dudas sobre los resultados de la crisis en nuestra sociedad y en el individuo. Cuando alguien expresa ideas que uno maneja como convicciones y pensamientos es magnífico y así lo haces en tu artículo. A saber:
    - La formación como elemento diferenciador y canalizador de la competitividad es imprescindible. El funcionariado en la peor de sus acepciones y con el mayor de los respetos a los funcionarios de carrera, se instaló en la sociedad junto a la cultura de “ser fijo”. El empobrecimiento que ello ha implicado hoy queda patente porque la globalización está demostrando que perdimos esa carrera y hay que empezar de nuevo, de cero, con las pedidas cuantiosas en lo económico y en lo personal para varias generaciones, incluida la mía.
    - Hoy las conquistas se hacen a través Internet y los medios de comunicación. Las redes sociales, la civilización del consumo y los grupos económicos de comunicación están suponiendo en gran medida un adormecimiento. No se trata de vivir sin todo eso o hacer oídos sordos a sus ventajas, pero en la vida hay mucho más y lo mejor no suele aparecer por ningún lado, sino en el día a día de cada persona.
    - La Historia se repite y es pendular, hecho objetivo. Si no aprendemos de lo ocurrido a lo largo de los siglos a nuestros antepasados es posible que vuelvan algunas “oscuras golondrinas” que ya volaron por aquí hace cientos de años. No estoy seguro de lo de las golondrinas, pero también hecho objetivo es que nuestra sociedad está llena de pajarracos.
    - Lo de los ancianos es de traca. Las antiguas civilizaciones más valoradas les concedían el poder y los veneraban. Ahora todos sabemos lo que se hace con los ancianos. Miedo me da porque ya no me queda tanto, si es que Dios me lo permite.

    No tuve que cumplir el servicio militar por ser excedente de cupo, pero la vida se encargó de criarme callos en el alma para ocultar sus disparos y tapar las heridas. Tu lo llamas agua oxigenada y yo siempre he siempre he podido salir adelante a base de “BRUTANO”. Enhorabuena por tu artículo y gracias por escribir.

    Fernando Ángel Lumbreras García
    www.azulpoesia.com
    http://www.youtube.com/watch?v=5_WkxChXa1w
    http://digitalextremadura.com/col/192/fernando_lumbreras/

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