25 febrero 2013

POR UN MAR SIN PLASTICOS



Probablemente se ha hecho más daño a la Tierra en el siglo XX que en toda la historia anterior de la humanidad.


La Operación Dragoon desembarcó 3 divisiones de infantería
de EEUU y una división acorazada francesa en la Costa Azul
en Agosto de 1944
Junio de 1943, Francia. La Wehrmacht ocupa todo el país desde noviembre del año anterior, ya ni siquiera les dejan a los franceses libres el sur. Quieren los alemanes defender la Costa Azul del mas que probable intento de desembarco aliado. Las aguas turquesas de este paraíso natural reciben la visita de baterías de costa y puestos de observación. Las patrullas motorizadas vigilan día y noche los movimientos de la población. A 15 minutos en coche de Toulon,  un hombre delgado y su mujer flotan en una cala hermosa y apartada, mientras dos amigos vigilan en tierra para evitar visitas indeseadas de los nazis. El nadador, que lleva una extraña mochila, se mete en la boca un raro aparato que parece conectado a su espalda y desaparece bajo las aguas. Su mujer le observa con sus gafas de bucear desde la superficie. Al cabo de un buen rato el hombre sale a la superficie, descubriendo una gran sonrisa al quitarse el aparato de la boca. La prueba ha sido un éxito. Puede respirar autónomamente bajo el agua. Su invento, el regulador, ha nacido al mismo tiempo que el buceo moderno.  Gracias a él y a muchos otros que han ido mejorando la tecnología, el aficionado de hoy en día tiene a su disposición el material y equipo necesarios para la práctica de buceo recreativo.



Regulador moderno de fabricación italiana

El Mundo del Silencio, tal como lo definió el hombre delgado de nuestra historia, ha cautivado desde entonces el corazón y la afición de millones de personas en todo el mundo. Y quien les escribe es uno de ellos.

Siempre me fascinó el mar. La visión del mar ha ejercido en mí un magnetismo especial desde que lo vi por primera vez. No podré olvidar nunca aquella mañana, difícil de fechar, en la que, entre los pinos verdes y las dunas blancas de Huelva, el mar apareció inmenso ante mí con su color entre azul y verde y con ese olor a sal y a vida que se incrustó en mi cerebro de niño. Contemplar el mar, sentir la brisa marina en la cara, navegar sus olas y explorar sus fondos, son para mí y para muchos un placer difícil de sustituir. Como marino en otra vida y hombre de tierra adentro en esta, mi espíritu y aficiones siempre rondaron el mar y los temas navales. La Historia de la navegación, la acuariofilia, el modelismo naval, la naturaleza marina y el buceo recreativo ocuparon mi tiempo libre, que nunca fue mucho.

Para todos aquellos amantes de la naturaleza y el medio marino, tener la oportunidad de explorar cuanto se oculta bajo la superficie de las aguas es una experiencia insustituible. Estando el 70% de nuestro planeta bajo la superficie de las aguas, conocemos sin embargo menos el fondo marino que la superficie lunar. Bajar a las profundidades del mar y observar allí la vida que se desenvuelve ajena a nosotros, supone un privilegio electrizante para aquellos que no se resisten a esta aventura. Por eso les animo a visitar la feria del buceo del 2 y 3 de marzo próximo.

Sí. Se celebra el próximo fin de semana el 5º Madrid Dive Travel Show, con el lema Por un mar sin plásticos. Y he aquí el motivo de este artículo: poner mi granito de arena para la concienciación en el reciclaje de los plásticos, que constituyen una fuente de contaminación de nuestros mares aún por controlar. Ser buceador y amante de la limpieza de nuestros mares es todo uno. Animo al lector a leer más acerca de la llamada Sopa de Basura, Sopa de Plástico o Isla Tóxica, un remolino de deshechos plásticos situado en el Pacífico Norte  de 1.400.000 km² de superficie. Le animo a indagar sobre el efecto destructivo que nuestros residuos mal desechados tienen sobre la vida marina, incluso en cantidades muy pequeñas. Averigüe cómo las minúsculas partículas plásticas pueden llegar a ser de tamaño microscópico con lo cual pueden ser consumidas por el zooplancton y a través de él llegar al consumo humano por la vía de las cadenas tróficas y la pesca. Su efecto en la salud de la población mundial está aún por determinar.

Me gustaría convencerles a todos de la importancia de contribuir al reciclado, al consumo ecológico y a la ordenada separación de los residuos plásticos. Pongamos un poco de nuestra parte para cuidar nuestros mares. Pequeños gestos como no arrojar basuras al mar ni a ningún curso de agua contribuirán a mantener vivos nuestros fondos marinos que en esta casi isla que es la península ibérica tenemos el lujo de compartir entre Mediterráneo y Atlántico.

Batalla de Lagos, acuarela de José Moraleda y Montero
realizada en 1784 según oleo de Francis Swaine. 

Los que me conocen saben que no puedo terminar sin otro apunte histórico que en este caso es también una interesante curiosidad. Y es que doscientos años antes de la escena que narrábamos al principio y desde el mismo lugar en el que se probó el regulador de buceo, Toulon, zarpó una flota del rey de Francia, en el seno de la Guerra de los Siete Años (en la que también se vio envuelta España). La agrupación fue interceptada en aguas del estrecho por una fuerza de la Royal Navy y, tras una azarosa persecución, fue parcialmente destruida en las transparentes aguas del Algarve un día de verano de 1759. Hoy, gracias al trabajo e inversión de arqueólogos y empresarios portugueses, los buceadores amantes de la Historia tienen la oportunidad de contemplar con sus propios ojos los restos del navío de 80 cañones francés L’Ocean en una inmersión apta para todos los niveles de experiencia. Solo describirlo pone los vellos de punta. ¿Se animan?

Que tengan buena semana.

Probablemente se ha hecho más daño a la Tierra en el siglo XX que en toda la historia anterior de la humanidad.
Jaques-Yves Cousteau (1910-1997)
Militar, explorador, naturalista e investigador francés
Inventor del regulador de buceo en 1943


17 febrero 2013

EXTRAÑOS EN LA BALSA




Los hombres no viven juntos porque sí, sino para acometer juntos grandes empresas


Recientemente hemos asistido al acuerdo sobre el presupuesto de la Unión para los próximos 7 años. La noticia ha pasado de puntillas por actualidad informativa y, a pesar de la importancia real del tema, al común de los españoles nos ha dejado indiferentes. Y es que, en estos tiempos de crisis, el miedo y la desesperación han llevado a muchos a dudar de las bondades de la Unión Europea, especialmente en los países con más problemas. Se duda sobre si la unidad supone ventajas para todos o por el contrario tan solo sirve para el aprovechamiento de los más fuertes a costa de los más débiles. Se sospecha que la temida Europa de las dos velocidades haya podido convertirse en la Europa de las 25 velocidades. En los países más poderosos el proyecto se critica porque aumentan sus contribuciones y en los más pequeños se acusa al invento de impedirles maniobrar para la resolución de sus problemas.
Mientras por mi parte me tomaba  la molestia de echar una ojeada a las cifras económicas de nuestro país desde su incorporación a Europa me topé con un dato que tocó mi fibra sensible. En 1986 se produce la entrada de Portugal y España en las por entonces comunidades europeas. Pues bien, para no aburrirles les diré que las relaciones económicas entre ambos países se han multiplicado aproximadamente por ocho. Nada menos que por ocho.

Desde el espacio se diria que no hay frontera

Y esto me llevó a hacerme la pregunta clave. ¿Acaso no es para avergonzarnos? Cientos de años juntos y tenemos que esperar a integrarnos en Europa para que nos demos la mano como dos chiquillos que han reñido por una pelota. Hemos necesitado pasar a formar parte de Europa para estrechar los lazos que en realidad nos unen. Siglos juntos en esta balsa de piedra, que no es isla por muy poco y hemos tenido que esperar a que vengan de Bruselas a retirar nuestra frontera interior y a dejarnos frente a frente, obligados a mirarnos a los ojos. Como dos personas juntas durante días en la misma habitación, que no se relacionan hasta que alguien externo entra y les presenta, así hemos convivido España y Portugal.
La Unidad, la Unión. Esa palabra tan ambigua, a veces tan valorada y otras tan despreciada. De un modo u otro el ser humano es un animal social que vive en grupos pero en la península ibérica todos hemos tenido cierta alergia a la unidad y conviene por ello hacer un poco de memoria en cuanto a nuestras relaciones mutuas en esta piel de toro que, recordemos, solo es tal si la extendemos de Creus a San Vicente.

Felipe IV, el Rey Planeta

Surgido del Reino de León en 1143 y ampliado por su propia reconquista, Portugal mantuvo su independencia hasta 1580, año en que las políticas dinásticas de las casas reinantes conllevaron de nuevo la unión de reinos bajo Felipe II. La unidad ibérica se mantuvo hasta 1640, momento en el que la estrategia de primacía mundial llevada al extremo por el cuarto Felipe agotó los recursos y la paciencia de muchos, entre ellos los portugueses. La Monarquía Hispánica, exhausta de tanto luchar con toda Europa por defender su imperio global aceptó la separación de Portugal y sus posesiones en el tratado de Lisboa de 1688. Cuentan que Felipe IV nunca superó la tristeza que le supuso la pérdida de Portugal.
Desde entonces ambos reinos vivieron de espaldas y parece que ni la guerra se tomaron en serio pues la única que tuvo lugar desde entonces fue la ridícula Guerra de las Naranjas de 1801 en la que una postrada España aceptó atacar desprevenidamente a Portugal por encargo de Napoleón, para que dejara de acoger a la Royal Navy en sus puertos. El artificial conflicto duró solo 18 días hasta la firma del correspondiente tratado y no sirvió a la postre nada más que para abrir heridas y aumentar distancias. Ni siquiera la alianza posterior en la Guerra Peninsular ni la victoria conjunta contra el imperio francés sirvió para el estrechamiento de relaciones.
El turbulento siglo XIX español no ayudó a mirar hacia poniente y hubo muchos más intercambios de todo tipo por los 600 km de frontera con Francia que por los 1.200 km de linde con Portugal. Durante generaciones ambos países convivieron sin hablarse demasiado porque olvidaron entre otras cosas que el castellano tiene más semejanzas idiomáticas con el portugués que con el catalán.
Durante dicho siglo surge en ambos países sin embargo el movimiento iberista que, hasta nuestros días, nunca ha decaído del todo. Dicha corriente de pensamiento promueve la mejora de relaciones a todos los niveles entre Portugal y España, teniendo como objetivo último la unidad política de estos en un nuevo país. Durante todo el siglo XIX y a uno y otro lado de la frontera, eruditos, pensadores y políticos reflexionaron sobre el tema y dieron vida a asociaciones, gacetas y grupos que buscaron influenciar la conciencia pública acerca de esta idea. Estos movimientos aventuraban desde luego nombres para la unión resultante tales como Federación Ibérica, Estados Compuestos de Iberia, Estados Unidos de Iberia o sencillamente Iberia, demostrándonos de nuevo nuestros antepasados que el federalismo es una vía para la creación de estados y no un camino para su disolución.

José Saramago, premio Nobel
y celebre iberista

Como europeísta, estoy convencido de que todo lo que de bueno pueda esperarnos a los europeos en el futuro debe pasar por integración paulatina en la entidad continental superior. Pero creo que España y Portugal no tendrían que esperar a la lentitud del proceso integrador europeo para acelerar su vinculación mutua. En mi opinión la crisis no ha hecho más que volver a reflejar nuestra unidad de destinos en el ámbito económico.  Desempleo, primas de riesgo, desequilibrios fiscales y desigualdades sociales son lacras compartidas por estos hermanos mellizos que hasta en los males se parecen. Y qué duda cabe de que, en los malos momentos, es cuando más se necesitan mutuamente los hermanos. Esta crisis que será recordada como la Gran Crisis debería reactivar la conciencia de unidad y hermanamiento.
Una vez más, propongo que no esperemos tampoco a los incapaces o simplemente lentos políticos. En los hombres y mujeres de empresa reside la responsabilidad de colocarse al frente y aumentar los vínculos entre ambas naciones hermanas  por una unidad ibérica real y sólida que no dependa ya de monarquías o tratados sino por la voluntad de los pueblos tomados en su conjunto. Y bienvenida sea Europa si nos sirve para unirnos en la península. Hagámonos dignos de Pessoa, Maeztu, Torga, Balaguer, Saramago y Menéndez Pelayo que antes que nosotros visionaron una unión ibérica fraterna y libre de prejuicios.
Para terminar y por si aún les parece que esto de la unión peninsular es cosa de filósofos y teóricos les he preparado unos sencillos gráficos sobre los datos obtenidos en España y Portugal gracias a un estudio que realizaron el año pasado la Universidad de Salamanca y el Centro de Investigación y Estudios de Sociología de Lisboa. En los mismos verán que el porcentaje de crecimiento de ciudadanos favorables a la unión va creciendo de año en año, especialmente en España, donde se partía de cifras inferiores a las de Portugal.

PORCENTAJE DE CIUDADANOS FAVORABLES A LA UNION IBERICA

Pero si esto ya es excitante, párense a mirar el gráfico del signo de opinión en el que una media del 43% de los ciudadanos de ambos países apoya abiertamente la unión ibérica. Esto no solo significa que es la posición mayoritaria, sino que, extrapolando dicha media al colectivo de indecisos, nos daría el electrizante resultado de ciudadanos a favor de la unión de al menos el 54%.

PORCENTAJE DE OPINION POR SIGNO
Tomen nota.

Que tengan buena semana.


Los hombres no viven juntos porque sí, sino para acometer juntos grandes empresas
José Ortega y Gasset (1883-1955), filósofo y ensayista.



10 febrero 2013

LA INTEGRIDAD EN LA PAPELERA




Cualquier hombre puede caer en un error pero solo los necios perseveran en él


La incompetencia y excesos de
Heliogábalo  colmó la paciencia de todos.
La damnatio memoriae romana era la condena del nombre y el recuerdo de cualquier  personaje que se considerara merecedor de tal acuerdo del Senado. La condena, generalmente a título póstumo, consistía en eliminar el nombre de los edificios públicos, retirar estatuas o efigies y hasta prohibir su mero recuerdo en público. Aunque la medida era antigua, se popularizó durante el imperio por su decreto frecuente contra emperadores de infausto recuerdo. Fueron muchos los merecedores de tal galardón aunque la mayoría tan solo por el odio de su asesino y sucesor en el cargo. Pero hubo algunos que tuvieron el dudoso mérito de aburrir a Senado, Pueblo, Ejército y Pretorianos al mismo tiempo. En mi opinión, estos que se  ganaron a pulso la condena fueron Calígula, Nerón, Domiciano, Cómodo y Heliogábalo. Este último ostenta el máximo record pues hacerse acreedor de una damnatio con tan solo 18 añitos nos lleva a pensar que al muchacho le iba la marcha a base de bien.

Y cómo vuelven las modas. Sin ir mas lejos el Ayuntamiento de Palma acaba de condenar en vida a los Duques de Palma y a retirar sus nombres de la avenida principal de la ciudad. La visión de los operarios municipales cambiando los rótulos de las calles me trajo a la memoria a los honorables senadores romanos. Y todo ello me llevó a reflexionar sobre la crisis de corrupción de nuestro sistema.

La primera reflexión versa sobre las causas que han llevado al Ayuntamiento a cambiar las placas. Según los medios de comunicación la decisión se tomó tras constatar una "indignación ciudadana" por una "falta de consideración" hacia el título y hacia el nombre de la ciudad, que "se merece todos los respetos por parte de todo el mundo". Esta iniciativa se presentó tras conocerse uno de los emails en los que el yerno del Rey se despedía del secretario de las Infantas, Carlos García Revenga, con un 'El duque em...Palma..do’.

Así que meses conociendo la trama financiera, los desfalcos de dineros públicos, los fraudes al fisco, las conductas poco ejemplares, pero… solo le quitan la calle cuando se atreve a bromear con el ilustre nombre de la ciudad. España no tiene remedio.

Y es que nos hemos acostumbrado a la corrupción. La contemplamos con familiaridad, la  saludamos destocados cada día como a una vecina de siempre. Está comenzando a formar parte de nuestro ADN. Los científicos definieron la memoria genética como una memoria presente desde el nacimiento que existe en ausencia de experiencia sensorial, y que es incorporada al genoma a lo largo de largos periodos de tiempo. Está basado en la idea de que experiencias comunes de una especie acaban incorporadas en su código genético. A los españoles debe ocurrirnos algo así ya.

Poco a poco los medios de comunicación nos van saturando las mentes con la idea de la corrupción. Aquí y allá los asuntos turbios, los abusos de poder, la prevaricación, el enriquecimiento ilícito ocupan titulares y horas de televisión como una metástasis purulenta que pudre el sistema democrático por dentro.

Como en toda plaga, cuando se trata de corrupción, el síntoma es indicador de infección. Un día matas una cucaracha que se deja ver y no pasa de un mal rato. Pero si se manifiestan con frecuencia suficiente, entonces no hay duda de que una fumigación general del edificio se hace necesaria.  Y en nuestro sistema político la infección ya es patente. En el gobierno del Estado, en los autonómicos, a nivel local y hasta en la casa real. Partidos en el gobierno, partidos en la oposición, redes clientelares, favores por dinero, contratos públicos a dedo, amiguetes por doquier, escándalos nuevos, otros que tuvieron lugar hace tiempo…. Partidos salpicados de corrupción hasta las trancas triunfan con mayorías absolutas en las elecciones (votados por los españoles) para, al poco de ganarlas, descubrir más y más casos de corrupción, en una perseverancia de necios que no conoce límites. Muchos políticos han tirado su integridad a la papelera si es que alguna vez la tuvieron en la mano.

Y el político, que no realizó más méritos para atrapar su poltrona que afiliarse y medrar, tranquilo en su puesto, bien pagado por las subvenciones que se auto-aprueban ellos mismos, ufano de su inmunidad de facto, se dedica a tirar petardos de a peseta, para entretener al gato y que mire para otro lado. De tal modo, las infantas son amenazadas con retirarles sus derechos dinásticos y los políticos demuestran que no cobraron dineros negros mostrando sus declaraciones de la renta. Lo primero es ofrecer humo en penitencia de una gran falta y lo segundo da risa a todo el que sabe que el dinero negro no aparece en ninguna declaración de renta (por eso es negro). Se encargan auditorias internas, incluso externas fíjense qué honestos, para demostrar que no hay caja B, como si la herramienta fuera apropiada a la avería. Se convocan comisiones, se sacan muchas fotos, se dan muchos discursos, televisados incluso, mucho ruido y más alharacas para decir que es todo falso con ayes y golpes de pecho. Se encarga a fiscales lo que deberían hacer jueces y se condena a jueces que investigan demasiado. Se recolocan los unos a los otros en los consejos de grandes compañías y a nadie le extraña que tan grandes empresas tengan tanto favor que devolver. Nos enseñan lo que ganan reyes y políticos y nadie cae en la cuenta de que no pagan alquiler ni hipoteca por sus palacios, ni de que trabajan en un todo incluido que les deja el magro sueldo limpio para vivir.  Vividores se les llamó siempre, que ya se les ve venir de lejos.

Pero el español está vacunado de todo esto y no parece afectar a su vida cotidiana. Asistimos impertérritos al desfile de la iniquidad con la mera curiosidad con la que escuchamos la prensa rosa. Fuera se le da más importancia que dentro. Aquí es como si la abulia y la resignación se hubieran adueñado de este pueblo en otro tiempo tan levantisco y ahora, desempleados y arruinados, ya no tuviéramos fuerzas ni para tirar del carro de los felones. En las calles reina la paz, no se preocupe señor Fitch.

Y en las próximas elecciones el español irá a votar. Al que sea, quizá al otro que no votó la vez anterior, alternando su voto en un péndulo infernal que elige entre la basura y el excremento, perseverando en errores propios de necios.

Quiero pensar, elijo pensar, que solo son unos pocos. Siempre los pocos han hecho más ruido que los muchos. Quiero creer que el sistema funciona. Que algún día se entrará en razón. Que alguien dirá que no hacen falta tantos diputados en el congreso, tan solo uno por partido, que para algo está la disciplina. Ya lo demostraron en Galicia el otro día, donde abandonaron su cámara en protesta varios grupos, dejando a los portavoces sentados, porque había que debatir los presupuestos, total, con uno sobra. Espero que algún día se suprima, o mejor, se reforme el Senado, para de una vez tener una cámara territorial y no un segundo e inútil congreso.

Quiero creer que el hecho de que los crímenes ocultos salgan a la luz es señal de una voluntad de limpieza. Que el primer paso para sanar es la conciencia de la enfermedad por parte del paciente. Espero que en integridad, como en la economía, hayamos tocado fondo, y en las reglas del nuevo mundo, España se deje atrás a sí misma, para bien de todos.

Que tengan buena semana.



 Cualquier hombre puede caer en un error pero solo los necios perseveran en él
Marco Tulio Cicerón (106 a.d.C. – 43 a.d.C.)
Filósofo, magistrado, legislador, orador y Cónsul en 63 a.d.C.


04 febrero 2013

AGUA OXIGENADA CONTRA LA CRISIS


Si solo conocéis la conquista y no las derrotas, pobres de vosotros; lo pagaréis.  



Para los hombres inquietos, los hijos son con frecuencia fuente de inspiración. Y el mío, a sus nueve años, no es una excepción. Aquel día en el supermercado me preguntó de dónde venía el jamón de York, que tanto le gusta. Tentado estuve de contarle los orígenes del producto pero, con la mirada perdida en la intrincada complejidad de los estantes, me limité a explicarle que es un alimento que se produce a partir del cerdo una vez despiezado. La alusión a la muerte y descuartizamiento del animal le hizo adoptar un mohín de disgusto. En ocasiones había visitado granjas escuela donde había visto los animales domésticos que nos sirven de sustento, pero nunca los había visto en el trance de convertirse físicamente en tal sustento. Aquello me hizo proponerle que muy bien le vendría acompañarme a visitar algún matadero si posible fuera.

El jamón de York es llamado jamón dulce
en algunas zonas de España.


Ahí quedó la cosa, pero cuando al día siguiente y por el mismo inocente canal me llegó el mensaje de retorno, Dile al majara de tu padre que al matadero se vaya él, no desdeñé sin embargo escribir una reflexión sobre el fenómeno del olvido de las fuentes y el debilitamiento por la civilización.

En artículos anteriores de este blog, he vertido mi opinión acerca de que uno de los vectores de la profundidad de esta crisis está relacionado con la actuación ineficiente de los agentes intervinientes en el ciclo económico. Y aunque éstos tengan carácter colectivo o grupal, al final todo queda reducido a decisiones y comportamientos de los individuos. Y no se si se habrán dado cuenta, pero esta crisis nos ha sorprendido acomodados. Nos ha asaltado de noche, mientras dormíamos descuidadamente, sin centinelas, con la guardia baja. No la vimos venir y nos ha descubierto desarmados, frágiles ante ella, sin recursos para afrontar de manera rápida un cambio brusco hacia una situación mucho peor. La falta de resistencia, adaptabilidad y capacidad de supervivencia, oxidadas y olvidadas por el desuso, han llevado a muchos a darse la vuelta y echar a correr, presas del pánico y la desazón, receta ésta que es el camino más rápido hacia el agravamiento de la recesión personal y colectiva.


Batalla de Liegnitz (Polonia) en 1241
Máxima penetración mongola en Europa

Esta situación de complacencia y acomodamiento no es algo nuevo. El  refinamiento, consiguiente a toda civilización avanzada, casi siempre ha conllevado un componente debilitador de sus capacidades primarias que, paradójicamente, le sirvieron en su día para elevarse a su estado posterior. Ejemplos no nos faltan en la historia. Recurrentemente encontramos casos de sociedades avanzadas y débiles que son sometidas por otras más primitivas y fuertes. Los godos a los romanos, los árabes a los persas, los mongoles a los chinos, los turcos a los árabes, los aztecas a los mayas. Una sociedad se superponía a otra produciéndose luego fusiones o absorciones  más o menos acentuadas. Cuando la tecnología militar no lo impedía, el pueblo más necesitado prevalecía sobre el más acomodado. El grupo más civilizado se veía sorprendido una mañana al despertarse sojuzgado por el más primitivo.

La revolución industrial y la globalización vino en cierto modo a cambiar esta pauta, no obstante, desde entonces podemos observar el mismo patrón de comportamiento en la arena económica. La economía global es el campo de batalla moderno en el que las naciones compiten. Y tras décadas de supremacía occidental, ahora son naciones otrora deprimidas las que adquieren relevancia. China y otros países del sureste asiático, acostumbrados a ser exprimidos por los intereses occidentales, se levantan ahora como potencias económicas que nos adelantan. Sus ciudadanos, antes explotados como mano de obra barata al servicio de los intereses occidentales, nos visitan ahora como turistas adinerados, compran nuestra deuda pública y se hacen con nuestras empresas. Otro tanto podemos decir de Hispanoamérica, antes fuente de inmigrantes para Europa y ahora destino de nuestros profesionales más cualificados.

Singapur, uno de los Tigres Asiáticos
que se alzan como potencias económicas.

 
Empleo, estabilidad, consumo, vacaciones, derechos, servicios públicos, todo ello deteriorado con la crisis, nos han llevado a echarnos a llorar. Los casos de síndromes depresivos se disparan y aumentan los suicidios. ¿Por qué nos hemos vuelto débiles? ¿Por qué a muchos les resulta tan doloroso la renuncia al mundo que conocíamos?

En mi opinión, la ausencia de experiencias suficientemente adversas junto con una formación carente de referencias válidas han dejado sin armas a toda una generación de profesionales.

Con respecto a la experiencia quién no ha escuchado a los más ancianos de entre nosotros quejas sobre lo delicado de los más jóvenes y bisoños. Y, sin emitir ningún juicio acerca de la profesionalización de los ejércitos, por mi parte recuerdo el positivo cañonazo de realidad que me supuso el servicio militar, periodo en el que el joven ciudadano de antes se enfrentaba a una experiencia dura e intensa, y en el que obtenía recursos valiosos para enfrentarse a duras pruebas posteriores en su vida profesional. 

Acostúmbrate a lo malo
antes que a lo bueno.

Mi padre


Cuando se viven experiencias adversas, la persona resulta fortalecida tanto por el sufrimiento vivido como por la autoestima que le reporta el haberse enfrentado a ellas y haberlas superado. Nadie siente temor ni angustia por algo que ya conoce incluso en grados superiores. Es la cualidad que los expertos llaman resiliencia. La capacidad para afrontar con serenidad las crisis, los contratiempos y las situaciones de tensión. La habilidad para hacerlo con mente fría y actitud positiva. Yo lo llamo agua oxigenada (H2O2, dos huevos, dos ovarios). Con perdón.

No obstante, no somos del todo dueños del mundo que nos ha tocado vivir. Y nadie que pueda dar a sus hijos una existencia segura y pacífica se privará de hacerlo. Es por tanto con la formación como podemos suplir esta ausencia de experiencias para fortalecernos y ejercitar nuestra resistencia interior. Aquí se encuentra la clave que nos ilumina el camino, la esperanza que nos dice que hay mucho que podemos hacer por nosotros mismos. No hablo aquí de alistarse en los boinas verdes. Bastaría con bajar el listón de nuestra repulsión hacia lo primario al mismo tiempo que abrir las puertas a los conocimientos adecuados.



Dado que hemos olvidado el difícil camino que nos ha conducido hasta aquí, la solución es recordarlo. Los científicos definieron la  source amnesia, el olvido de las fuentes, como la incapacidad para recordar dónde, cuándo y cómo hemos aprendido algo. Este fenómeno aplicado en las patologías del cerebro podemos aplicarlo también al caso del jamón de York. Hemos olvidado que somos Homo sapiens, que somos depredadores, que matamos a otras especies para sobrevivir. Hemos olvidado que nuestros mayores lograron el mundo donde nacimos a costa del sufrimiento, el hambre, el dolor y la guerra. Y hemos olvidado que fueron guiados por líderes que construyeron ese mundo.

El redescubrimiento de nuestras fuentes,  el autoconocimiento y el dominio de nuestras capacidades primarias nos aportarán los materiales y recursos necesarios para hacernos resistentes. Una vez más, la cultura y especialmente la selección de los ejemplos históricos de liderazgo nos ayudarán en el descenso a nosotros mismos y a encontrar cuanto arsenal necesitamos para afrontar las batallas que nos esperan por delante.

Que tengan buena semana.


Si solo conocéis la conquista y no las derrotas, pobres de vosotros; lo pagaréis. 
Tokugawa Ieyasu 徳川 家康 (1543 – 1616)
 Shogun de Japón